La Filial estará en condiciones de reservar a cada socio que se encuentre con la cuota social al día, su entrada para el encuentro Newells Old Boys -Racing a disputarse este domingo a las 17:15 en Rosario.
Solo habrá generales al valor de $50,00 para los socios afiliados con su cuota al día (mes de marzo pago), aquel socio no afiliado o que no se encuentre al día en la Filial, de no regularizar su situación abonará un adicional de $10,00
La reserva se hará abonando la entrada hoy martes 27, mañana miércoles 28 y pasado mañana jueves 29 en forma personalizada, con carnet de socio o DNI, y la correspondiente entrada se retirará en la Filial el sábado 31 de 10:00 a 13:00 Hs.
Aquellos socios que no hagan uso de su opción a adquirir la entrada en los plazos mencionados, serán considerados como que no la utilizarán y la correspondiente entrada será reasignada a otro socio/afiliado.
Rosario, 27/03/2012
Santiago Carrascal
Pte Filial Rosario
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“No hay ningún error. Nuestra organización, tal como la conozco y sólo conozco los rangos más bajos, no busca la culpa en la población, sino que, como establece la ley, se ve atraída por la culpa y nos envía a nosotros, los vigilantes. Eso es ley. ¿Dónde podría haber aquí un error?”. De ‘El Proceso’ (publicado en 1925 por Max Broad); Franz Kafka (1883-1924)
El lenguaje del fútbol alcanzó un nivel de violencia tan descomunal que, trasladado a cualquier otra actividad –incluída la política–, provocaría un escándalo. “A mí me interesan mucho las palabras, como muy bien puede darse cuenta”, decía Borges. A mí también. Y creo, en contra de lo que afirma la frase mil veces repetida, que una palabra puede valer por mil imágenes.
En el deporte que alguna vez Dante Panzeri definiera como “la dinámica de lo impensado” ya nada sucede por azar, pifies o rebotes caprichosos. Todo es volutivo, parece. Depende del deseo oculto de ciertos protagonistas, de “manos negras” o siniestras conspiraciones que sólo pueden neutralizarse mediante el uso de corruptelas similares. Es decir, eso que todavía se llama “tener peso en AFA”. Y que suele disparar otra frase en clave, críptica, fálica, inescrutable. “Hay que arreglar a los pitos”.
Futbolistas que pierden para echar técnicos; valijas de plata para incentivar o sobornar; árbitros sospechados. El “folklore del fútbol” también se nutre de esas miserias que, por lo visto, entusiasman tanto como el juego mismo. Es la época y todo se define: ascensos, descensos, copas. La historia, circular, se repite, cada vez más violenta.
Hablar de cuestiones reglamentarias es inútil. Nadie repara en esos detalles. La única ley aceptada es “que cobren para nosotros”. De lo contrario “nos perjudican”, como se quejan con fingido candor los protagonistas.
Nietzsche mató a Dios, Foucault al hombre, Barthés al autor, Fukuyama quiso cargarse a la historia y ahora resulta que el fútbol, para no ser menos, ha decidido asesinar al error. Los periodistas no ayudamos nada, lo admito. Apoyados en la infalibilidad de las cámaras, arrojamos nuestro balde de nafta hacia las llamas y juzgamos a partir de la perfección. Así de fácil se crucifica a un tipo que, en un segundo y frente a una multitud fuera de sí, debe decidir si ese pie está o no está diez centímetros adelantado. No hay piedad con nadie. Fulanito no equivoca el pase: “la regala”. Menganito “se hace echar y deja al equipo con 10”. Perenganito “desperdició otro gol”. Aflojemos un poco, colegas.
Los penales no se cobran. Se “dan”. Son, según esa visión, una dádiva que el árbitro administra a su antojo: los ignorará o los inventará. Lo mismo pasa con el off side. La semana pasada le tocó a Diego Abal, que cobró un extraño gol en una jugada donde hasta los jugadores de Colón se relajaron, seguros de que estaba anulada. Todos se hipnotizaron con el línea en lugar de mirar al árbitro, la máxima autoridad que, equivocado o no, ordenó seguir. Los defensores de San Lorenzo rompieron una regla básica en el boxeo: bajaron la guardia en pelea. Y los durmieron.
Pero nadie piensa en eso cuando se consigue al villano ideal. No es mi intención defender a Abal. Puede haber cometido un grave error. Pero lo hizo de buena fe, convencido. Por eso mantuvo su decisión aun prepoteado por los jugadores, insultado por todo el estadio y soportando la implorante mirada de su asistente, que seguro quería que la tierra lo tragara, a él y a su banderín.
Me conmueve Madelón y su lucha por salvar a su equipo. Pero afirmar que “es injusto que por unos pocos que reaccionaron mal paguen 30 mil que no hicieron nada” es tapar el sol con la mano. Porque esa mínima “vanguardia salvaje” que invadió la nave interna del estadio –sean barras o plateístas– provocó un clima aterrador. Si la intención no era linchar al árbitro, pues no se notó.
Abal debió salir de la cancha protegido por los escudos policiales porque un inoportuno desperfecto técnico impidió que funcionara bien la manga. Una fatalidad. Mientras tanto, le tiraban de todo y varios le hicieron el gesto de degüello que, en un inolvidable plano corto, inmortalizara Cecilia Pando, nuestra Videla con polleras. Esperó más de una hora y media para abandonar el estadio en patrullero, custodiado, como un criminal. El pobre Abal era un Lee Oswald nativo, por suerte sin su Jack Ruby. No abusemos de la suerte, compatriotas.
En las redes sociales, una multitud de subnormales comenzó a pasarse la dirección del árbitro, su teléfono, el lugar donde trabaja la mujer y hasta el colegio de sus hijas. Cito uno de esos tweets: @sofiiturrioz: “No estoy a favor de la violencia, pero si fuese de San Lorenzo a Abal le pongo una bomba en la casa”. Difícil ser más imbécil.
Pasó con River. Pasará con San Lorenzo, Independiente o Racing, si les toca descender. No importa si hay promedios o no, si el torneo es corto o largo. Los jueces siempre estarán “condicionados”, dirijan como dirijan. La cosa es grave y empeora. Los barras son profesionales de la violencia, pero los demás hinchas también se desquician, por contagio o enfermedad social. El fútbol se convirtió en una enorme fábrica de Mister Hydes. Como dice la muy citada pero ingeniosa frase adjudicada a Einstein, el que nos saca la lengua con razón: “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy tan seguro”.
Si esto sigue así van a matar a alguien en pleno partido. ¿Cómo no esperar lo peor en un país que juega fútbol a puertas cerradas para que la gente no se mate entre sí? ¡Un espectáculo sin público…! Es más surrealista que ridículo.
Algún día quizá se organicen partidos sin jugadores. Quién sabe. Todo será virtual, sí, pero al menos salvaremos el pellejo.
Las goleadas conseguidas ante All Boys y Olimpo habían renovado la esperanza en Racing. Los jugadores, el cuerpo técnico y los hinchas estaban esperanzados en la levantada, vital para aspirar a meterse en los primeros puestos del torneo. Encima, venía dulce por la victoria en Copa Argentina lograda ante Patronato. Pero, como un castillo de naipes que se cae con un leve movimiento, la Academia tropezó en el Cilindro de Avellaneda. Duro golpe. Cachetazo de novela.
Conmocionados, acusando el impacto de la derrota (tercera en lo que va del Apertura), los jugadores, cabizbajos, se retiraron sin efectuar declaraciones. La misma decisión tomó Alfio Basile, quien entre semana no había viajado a Salta por la Copa. El Coco, seguramente, se habrá ido dolido por el inesperado trago amargo. El Silenzio Stampa se hizo presente
Tratando de digerir el traspié, Racing deberá trabajar para poder levantar la puntería ante Newell’s de visitante.
Perdió 3-0 en Avellaneda ante Unión en un partido repleto de emociones: un gol a los 9 segundos y dos penales cuya ejecución se repitió; ambos, desviados; el arquero Bologna, para el Tatengue, y Teo Gutiérrez, para la Academia, la tiraron afuera; los tantos fueron de Martínez (en contra), Velázquez y Jara. Por Damián Cáceres.
La ciclotimia es una de las características que han acompañado a Racing en la última década. Cuando el entrenador Alfio Basile pareció tener claro cómo componer el mejor conjunto, ensayó una serie de variantes que lo devolvieron a la imagen de un equipo sin vértigo, con poco peso ofensivo y con enormes desacoples defensivos. Curioso el caso de la Academia, que había cambiado su fisonomía en las dos últimas fechas, con dos victorias importantes (ante All Boys y Olimpo por 3-0) y anoche fue inexpresivo y demasiado tibio, como para aguantar la furia y el deseo de ganar de Unión.
El retorno al esquema de partidos anteriores fue innecesario. Teofilo Gutiérrez, que se había transformado en el generador de juego, anoche se notó incómodo, curiosamente con el regreso de Giovanni Moreno; pero no por la falta de talento del colombiano, sino por lo lejos que estuvieron uno del otro para generar situaciones de riesgo. Es que Gio se movió en la cancha en un sector del campo donde no influye, cerca de Pelletieri, en el centro del campo.
Unión entendió perfectamente cuál era el negocio. Porque a los 9 segundos, cuando encontró el primer gol, advirtió cómo se compone la psiquis de Racing. Porque fueron los propios jugadores de la Academia los que a puro nervio le ofrecieron al rival abrir la herida, con el gol en contra de Martínez. Después de eso, para el equipo santafecino fue sencillo esperar que Racing se equivocase solo. Lo de Unión fue un partido perfecto. Por donde se lo mire. Es un equipo solidario que sabe esconder sus déficits o la falta de grandes nombres, en un grupo que no se conforma y se reconoce inteligente. Ya lo demostró en la fecha pasada, cuando remontó un partido increíble en Santa Fe y logró empatarle 3-3 a Vélez, en un cotejo donde siempre estuvo en desventaja.
Anoche no se refugió y supo jugar con la habitual desesperación del equipo de Basile, pero en realidad, no es exclusivo del equipo de Coco eso de la inestabilidad emocional de las versiones de Racing. La vorágine por el protagonismo lo aturde y siempre comete los mismos errores. Anoche, por la derecha con Pillud y con Toranzo dejó un surco que aprovechó Unión con Velázquez y Rosales.
Así fue que el conjunto santafecino aprovechó cada instante, porque el propio Vélazquez rompió la defensa para marcar el segundo y Jara, en el comienzo del segundo tiempo, profundizó la desesperación de Racing. Y antes del cierre de la primera mitad, el arquero Bologna desperdició de penal, dos veces, la chance de estirar antes la ventaja.
Basile tiró por tierra los dos triunfos en fila. Los cambios de Zuculini y Santander por Toranzo y Gio, en el inicio del segundo tiempo, fueron una clara demostración del error del técnico al conformar el equipo ¿Capricho de poner a Gio? Tal vez. El DT tiene debilidad por el colombiano, que hoy ya no tiene plena confianza y ve cómo su crédito con los hinchas es cada vez más exiguo. Cada pelota que tocó fue bullicio, reclamo, reproche...
Incluso, la histeria colectiva de la Academia no le permitió aprovechar la expulsión del defensor de Unión Juan Pablo Cárdenas y después, que Teo Gutiérrez aprovechase el penal a favor que tuvo la Academia (también falló dos veces en la ejecución).
Unión lo volvió loco y Racing vio cómo lo atormentan viejos complejos, esos que no le permiten consolidarse.
1978 es el año en que el unión había vencido por última vez a Racing en el Cilindro. ese año, el tatengue ganó dos veces en Avellaneda: en el Metropolitano (0-1) y el Nacional (1-2).
http://canchallena.lanacion.com.ar/1459125-un-cachetazo-para-racing-en-el-cilindro
Basile, con autocrítica, apuesta por los cambios
Entonces, ahora, para el cotejo del domingo con Newell’s, el Coco dará marcha atrás e intentará recuperar el esquema de las fechas anteriores, aunque también examinaría un cambio táctico en la defensa, ya que no quedó conforme con el nivel de los zagueros, y eso podría abrirle la chance a Lucas Licht para reaparecer en el once inicial.
Después de la prueba y error, Basile no demoró en exhibir su autocrítica. Porque en el entretiempo del partido con Unión, “revisó” su estrategia y mandó a la cancha nuevamente a Federico Santander y Bruno Zuculini, quienes habían sido marginados del equipo titular sorpresivamente, para que Toranzo y Gio pudieran jugar, pero eso generó un gran desequilibrio en la contención (Pelletieri no tuvo rueda de auxilio en el medio) y además, se quebró el tridente ofensivo que había dado sus réditos en las jornadas anteriores, con el paraguayo actuando de punta y Teo, tirándose atrás para manejar la pelota.
La jugada le salió mal a Basile. Arriesgó más de la cuenta y Racing lo pagó con una victoria. Aunque no todo fue culpa del técnico, porque en la cuestión defensiva, hubo muy bajos rendimientos individuales, en los que el Coco no tuvo influencia directa. Entonces, ahora se viene un “borrón y cuenta nueva”, con Zucu y Santander entre los titulares, mientras que Toranzo y Gio (pese a sus chapas de “titulares”) tendrán que esperar su momento en el banco de los suplentes.
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