domingo, 31 de enero de 2010


Mientras los nuevos brillaron, Lugüercio y Martínez, los viejos conocidos, definieron el match con goles.
Hauche te levanta de los asientos. Licht te deslumbra con sus chiches. Bieler te ilusiona con sus goles. Pero los autores materiales del arranque prometedor de la Academia fueron más que los platos exóticos de restaurante. La comida es satisfacción garantizada. Pablo Lugüercio se acomodó en el pedestal de ídolo al que los hinchas lo elevaron hace rato, volviendo a marcarle a Central. Y Matías Martínez no sólo cumplió en la línea de tres que armó Vivas: puso la cabeza y comenzó a ponerle fin a la ilusión de los rosarinos.

Lugüercio no tardó en recibir la primera ovación de la tarde. Y la pagó con creces. Su gol, cerca del final del primer tiempo, fue una figurita repetida. Es que el Payaso, el preferido de la gente, volvió a ser el verdugo de Central, el equipo al que más goles le hizo. Con el de ayer, sumó cinco convertidos al Canalla. De hecho, su primer grito jugando para la Academia fue frente a Central, en el Apertura 2008.

El cabezazo fulminante de Matías Martínez después de un córner de Licht redondeó una noche perfecta para los viejos conocidos. Ellos siempre rinden. Y más, si se rodean de buenos por conocer.

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