miércoles, 23 de septiembre de 2009


Estamos viajando al partido de este domingo en una unidad de 63 asientos, doble piso con baño. Quedan a la fecha los últimos lugares.
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Los extremos de Caruso Lombardi

“Hay que acordarse que cuando Racing ganaba yo era Dios y ahora soy el diablo”. Las palabras que Ricardo Caruso Lombardi pronunció después del 1-1 de Racing y Gimnasia, allá en la cuarta fecha, pone en foco lo que nadie desconoce: las reglas que imperan en el fútbol no le perdonan la vida a nadie. Caruso Lombardi no tendría que sorprenderse. Como conocedor del exitismo rabioso que atraviesa al fútbol argentino debería saber que él es otro rehén de su prédica.
Cuando su equipo ganaba más de lo que perdía, como ocurrió en el pasado Clausura cuando obtuvo 30 puntos en 16 partidos, la altísima exposición de la que gozó, la sobrecalificación a sus virtudes como técnico y la aprobación de los hinchas de Racing obedecieron a los buenos resultados que había cosechado el equipo.

Por esos días el inefable Caruso parecía haber encontrado las verdades reveladas del fútbol. Los medios consumieron ese fenómeno. Y aquellos que disfrutan y padecen con Racing dejaron de lado cualquier reproche. ¿Cómo jugaba Racing por aquel entonces? Igual que ahora. Es cierto, ya no cuenta con Migliore, Sosa ni Zuculini. Pero la línea es la misma: la lucha por encima del juego. Y con un gol a favor apostar por un esquema super conservador, como lo expresó en el empate frente a Gimnasia. Así, en el torneo anterior vulneró el descenso directo y la Promoción. Y Caruso “era Dios”, según lo que él mismo afirmó.Todo pasa y todo cambiaAhora, ¿qué cambió? El ideario táctico y conceptual no se modificó. Racing sigue igual: no da puntada sin hilo. Pero en 5 fechas empató 4 partidos y perdió el restante, conquistando 4 puntos sobre 15 posibles. Más allá de la pobre cosecha, se denuncian contenidos futboleros que hace unos meses alcanzaban para sacar pecho en todos lados y ahora no.

¿Qué pasó? Nada relevante. Este Racing no se traiciona. Juega, en definitiva, como quiere su técnico: a pelotazo limpio. Con esa fórmula se defiende y ataca. Pero en la actualidad los resultados esperados se esfumaron y quedó al desnudo lo que ayer se tapaba. Lo sustancial, en realidad, nunca se había transformado. “Para que vamos a cambiar si así nos fue muy bien”, repetía Caruso aferrado a sus convicciones.

Pero en el fútbol todo pasa y todo cambia. Hoy el entrenador más mediático de la Argentina se siente cuestionado por aquellos mismos que hasta hace muy poco le doraban la píldora por su pragmatismo puesto al servicio de una función y de un equipo. Claro que el pragmatismo aplicado al fútbol y a cualquier disciplina tiene sus límites y no garantiza nada. Se gana y se pierde siendo un idealista o siendo un pragmático.

A Caruso Lombardi si hay que reconocerle algo es su honestidad brutal. Antes del arranque del Apertura le preguntaron si se ilusionaba con dirigir a un Racing con sueños de campeón. El no tiró fuegos artificiales. Y dijo: “Si perdemos en la primera fecha ante Central volvemos a estar comprometidos. El objetivo es alejarnos definitivamente de la Promoción”.

Semejante cuota de realismo descarnado tenía su razón de ser. Racing no tenía margen para tirar manteca al techo. Los sueños, como era de esperar, se desvanecieron rápidamente. Y Caruso de la noche a la mañana quedó en el medio de la tormenta. “Ahora soy el diablo”, aseguró. El problema para su autoestima es que en algún momento se haya visto como el muchachito de la película. Si lo pensó, se equivocó. Nada es para siempre. Aunque existan promesas de fidelidades eternas.

http://www.popularonline.com.ar/nota.php?Nota=412486&fechaEdicion=2009-09-24%2000:00:00

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