lunes, 1 de septiembre de 2008

Fue un triunfo para festejar y permitirse dejar el análisis del cómo se dio para las próximas horas. Por todo lo que le cuesta a Racing obtener una victoria. Por todo lo que le cuesta ganar de visitante. Por todo lo que cuesta sumar de a tres en La Paternal. Porque nunca había hecho un gol en el nuevo estadio de Argentinos y encima lo hizo un delantero. Porque el punto sobre la hora en el clásico ahora se valora un poco más. Porque la confianza se construye a base de éxitos. Porque en la cuarta fecha llegó el desahogo que en el Clausura tardó más de la mitad del torneo. Porque se vendrá otra semana para trabajar con tranquilidad y en la que no se hablará de la continuidad del técnico…

Racing jugó el partido que tenía que jugar: con los dientes apretados (a veces en demasía), sin dejarse llevar por delante y limitando a su rival a tirar centros. Ganó porque en esta oportunidad fue el que aprovechó el error del de enfrente, no pagó muy caro el tiempo que le costó acomodarse al ingreso del Rengo Díaz y a base de entrega nuevamente suplió los graves problemas que tiene para generar circuitos ofensivos y defenderse con la pelota en los pies, no en la tribuna. Fue bueno el debut de Peppino; importante el despliegue de Prichoda y Lucero, más allá de que bajaron más de lo que subieron; Yacob y Zuculini (juega bien de verdad) son inamovibles y desde arriba se ofrece sacrificio y poca claridad. Seguro Martínez Gullotta y alarmante siempre terminar los encuentros con los 11 jugadores en el propio campo.

En la anterior columna deseaba que el empate frente a Independiente fuera el punto de partida para empezar a modificar el rumbo y al siguiente fin de semana se ganó. Ahora espero que el equipo empiece a soltarse y pueda dar ante Tigre un nuevo paso hacia adelante. No parece imposible.


Por Alejandro Bochichio

0 Deja tu comentario aca que es GRATIS: