ENTREVISTA A CLAUDIO VIVAS
MÁS VIVAS QUE NUNCA
MÁS VIVAS QUE NUNCA
*Por Francisco Pandolfi
¿Llama la atención que a un técnico con escasa experiencia se lo contrate para que se haga cargo de Racing?, ¿llama a las sorpresas que se busque a ese entrenador para un equipo que, además, pelea por no descender de categoría? Su honestidad, su forma transparente de ser, su trayectoria al lado de Marcelo Bielsa como ayudante de campo y su compromiso constante con el trabajo niegan todo aquello que ponga en juego aquellas preguntas. “El pibe de once años apenas se sabe masturbar y juega en cancha grande en torneo de AFA con ley del off side, ¿quién entiende eso?”, se pregunta Claudio Vivas, quien se sienta y charla un rato con NOS.
La pelota sonríe con todas las dificultades que tiene para sonreír y se siente feliz por estar cerca de un tipo que se define como “normal y honesto, pero que no vende humo por serlo”, que habla de lo bueno y de lo malo del fútbol creando un paralelismo con los problemas sociales en la actualidad. “Mi forma de pensar es esa, cuando me preguntan, respondo”, suena en sus labios y suena creíble al escucharlo porque es así, porque huele a sinceridad cada concepto que explica Claudio Vivas. Habla de todo. No se anda con rodeos, dice lo que piensa y, mejor aún, dice lo que siente.
-¿Hasta dónde el fútbol representa los conflictos instalados en la sociedad?
-El fútbol está instalado en una problemática social que no le escapa a la realidad. En nuestra sociedad, es un eje muy importante porque es el deporte madre y, en consecuencia, mucha gente vive de esto. El escenario es grandioso en un aspecto: la gente es muy pasional e, inclusive, hay personas que son fanáticas de dos clubes, un equipo del ascenso y otro de Primera. Sin embargo, el fútbol está inmerso en esa sociedad en la que aparecen la droga, las injusticias, la inseguridad de todos los días, y los políticos que se la pasan diciendo y nunca hacen nada para resolver esto.
-Hablás de la inseguridad, ¿cuál es el origen?
-Acá enseguida le echamos la culpa al pibe que chorea o al que te mete un tiro. Sé que es un tema delicado porque hay gente que sufrió y a mí me puede pasar. Pero me pregunto qué hacemos nosotros por esos pibes, qué hacemos para que no se drogue más o para que no llegue a la droga. Siempre la culpa es de esos pibes, pero sobre los que hacen un negocio con eso nadie dice ni hace nada.
-¿Qué sentís cuando, por ejemplo, en un caso como en el que fue baleado el ex futbolista Fernando Cáceres, mucha gente sale a reclamar mano dura?
-Es que no pasa por la mano dura. Lo de Cáceres fue notorio porque es un caso público, lo lamento muchísimo por el Negro, que por suerte está bien, luchando por la vida, luchando porque siempre fue un atleta. Acá hay muertes todos los días, pero quienes conducen este país viven en una burbuja y sigue todo igual. En Argentina hay un problema de fondo, en la base. La educación está mal, la Justicia está mal y a la gente –no a toda- apenas le alcanza para vivir. Los chicos que asisten a la escuela van a tener una buena educación, pero a los que no tienen esa posibilidad hay que darles un mejor servicio.
Un par de anécdotas con Bielsa, y después seguimos.
Ese hombre. Con dieciocho años en la espalda y la misma estatura que cuando tenía catorce, el arquero de cuarta división de Newell’s, Claudio Vivas, empezaba a sentir que el paso del tiempo y la falta de centímetros no le permitirían alcanzar la Primera. En cierto punto, tampoco lo quería y estaba un poco cansado de las presiones familiares por llegar a ser alguien en el fútbol. Ese hombre, no mucho mayor que él, se le acercó un día y en el vestuario le confesó que no iba a ser tenido en cuenta. Una aparente mala noticia resultó una bocanada de aire fresco para su vida. Ese hombre, que no era su entrenador sino el técnico de otra categoría, le dijo algo más o menos así: “Usted sabe que nadie se anima a decirle que tiene el pase libre, pero es mi deber decírselo”. Ese hombre lo ayudó al invitarlo a la verdad y demostró, ante todo, la sinceridad que requería el caso, a pesar de que Claudio era Vivas y era hijo de José, un dirigente muy querido y respetado en la institución. Por el peso del padre en la entidad rosarina, nadie se animaba a darle el anuncio, nadie, excepto ese hombre, Marcelo Bielsa.
Antes de convertirse en su ayudante de campo predilecto, cuando Vivas dirigía la cuarta división, Bielsa, entrenador de la Primera de Newell’s le pidió al joven técnico que fuera a espiar a Boca, rival en las finales que consagrarían a su equipo campeón de la temporada 1990/1991. Gorrito y bandera, de azul y oro vestido, Vivas ingresó a la Bombonera camuflado de ultrafanático boquense y espió en el transcurso de una semana cómo preparaba el adversario los partidos decisivos. El campeonato fue de Newell’s y la pasantía hecha por Vivas en las tribunas de la Bombonera fue el trampolín para luego pasar los próximos quince años al lado de su maestro (colaborador en Newell’s, secretario técnico en Atlas de México, ayudante de campo en Vélez, en Espanyol de Barcelona y en la Selección Nacional).
El fútbol como reflejo de los problemas sociales de fondo
-¿El excitismo le hace muy mal al fútbol y deriva en que uno termine no sabiendo quién es quién?
-Exactamente, pero el excitismo está dentro del ser humano. A los que estamos en Primera sí hay que exigirnos, en cierto punto, porque somos profesionales que tenemos buen ingreso de dinero y buen contrato, ¿pero a un pibe de quince años qué le podés exigir?. Hay que ver y escuchar cómo le gritan los técnicos y los papás a los chicos de sexta división. Y lo peor no es que le griten, sino el mensaje que les dan: ¿cuál es? ¿ganar o jugar bien y ganar? Si jugás bien, la consecuencia es ganar.
-¿En las inferiores se observa muchísimo esa búsqueda salvaje del éxito?
-La formación de jugadores es otro chamuyo que está instalado en el fútbol. La formación de hoy es ganar el sábado y sacar la mayor cantidad de puntos en las seis divisiones. Pocos clubes piensan diferente. Estudiantes pensaba así, pero ya no. Todo lo que construimos lo están tirando abajo (fue coordinador general del fútbol amateur del club platense durante tres años desde octubre de 2004). De inferiores puedo hablar mucho, de Primera todavía no porque en Argentinos me fue mal (dirigió quince partidos de los que ganó dos, empató siete y perdió seis) y estoy tratando de fortalecerme en el cargo en Racing. En inferiores hablo con conocimiento de causa, es todo chamuyo: el ochenta por ciento de los equipos quieren ganar la jornada para aparecer en el mejor de los planos a fin de año. Ahí le erramos porque sí tenemos que formar jugadores ganadores, pero siempre apostando a la formación, no al resultado. Y la alarma ya suena: Sub 15 –afuera de la etapa decisiva del Sudamericano-, Sub 17 –eliminado en el último Mundial en los octavos de final-, Sub 20 –no clasificó al Mundial-. El futuro del fútbol argentino está en manos de quienes dicen ser formadores y no lo son.
-Volvemos al problema en la base.
-Claro, si vos a un pibito de ocho años le decís “hoy hay que ganar porque es un partido reimportante”, o sea, lo mismo que mañana le voy a decir a los jugadores de Primera, estamos equivocando el camino. Cuando dirigía a los pibitos a los dieciocho años –sus primeros pasos los dio en Newell’s, el club de sus amores, en el baby fútbol en 1986- ese era el mensaje, pero por suerte me di cuenta y encontré a Bielsa que me enseñó un montón de cosas. No todos tienen esa suerte. A un nene no le tenés que enseñar 4-4-2, sí le tenés que dar una ubicación porque debe haber un orden para competir, pero lo más importante es el desenvolvimiento con la pelota y lo que pueden hacer dentro de un campo de juego. El pibe de 11 años apenas se sabe masturbar y juega en cancha grande en el torneo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) con ley del off side, ¿quién entiende eso? Otra irregularidad: la competencia que planifica la AFA para los más chicos es juntar al club de la A con el de la D, entonces gana River 25 a 0 y River publica: “Goleada de River en el fútbol infantil”. ¿A quién le importa el daño psicológico que le hacen al pibito que se comió veinticinco goles? A nadie. Entonces, River tiene que competir con Boca y Vélez, y Villa Dálmine con Cambaceres, porque el de la A le va a hacer 83 goles y no está bueno. Lo dije una vez en la AFA y casi me pegan. Hay muchas cosas para corregir en este país.
-Antes te referiste al buen ingreso económico que muchos obtienen en el fútbol, ¿te parecen un despropósito los valores que se manejan?
-Sí, pero es un despropósito a nivel mundial, a nivel social. Y no lo vamos a poder resolver. Yo no tengo ideas de izquierda, porque en realidad no sé que idea tengo a los 41 años. No sé a quién pertenezco, si soy peronista o guevarista, y no lo sé porque no nos han educado de esa manera, no nos han dicho: “Este es el camino”. Nos han mentido tanto, nos han engañado tanto que me siento absolutamente defraudado con todos los gobiernos; entonces, uno muchas veces no tiene identidad política. Lo que sí, estoy en desacuerdo al que piensa como comunista y anda en una 4x4. Hay gente que se sube a una camioneta 4x4, dice ser guevarista y tiene el escudo del Che Guevara en el brazo: esos son todos hipócritas.
-¿No te pasa que a veces los periodistas te hacemos muchas preguntas y vos decís “cómo puede ser que no me pregunten nunca sobre esto”?
-Las preguntas de los periodistas son de todo menos de fútbol. Hablan mucho de fútbol pero no de lo particular. Te preguntan del equipo, de cómo va a formar el próximo partido, pero de fútbol en sí no se profundiza mucho. Informan y hablan, y está bien que sea así, pero estaría bueno hablar más del tema futbolístico. Por qué juego con dos o con tres arriba; no te parece mejor esto, lo otro, la línea de tres, de cuatro en la defensa.
De esencias se trata el fútbol, la vida
-En diversas oportunidades planteaste que el jugador número 10 representa la esencia del fútbol.
-Sí, porque es el tipo que te hace la diferencia, el que no abunda, el que siempre inculco que tiene que estar. En las divisiones inferiores se lo elimina jugando con esquema 4-4-2 y en los equipos que sí aparece, no se lo invita a que cree, sino a que juegue a dos toques buscando el resultado por encima de todo.
-Esa esencia del fútbol que planteás y que desde hace varios años está en extinción, ya que la mayoría de los equipos juega sin un enlace, ¿refleja la pérdida de las esencias en la sociedad, en las relaciones entre los seres humanos?
-Puede ser. A lo mejor tenés un líder político con buenas intenciones y se termina corrompiendo con las coimas y el dinero, o empieza bien de abajo y al principio es valioso hasta que le empiezan a llegar los sobres y el tipo entra en una confusión y dice: “Bueno, me conviene”. Está difícil esto. Yo, por lo menos, mi esencia no la pierdo ni la pienso perder.
-¿Cuál es la fórmula para no perderla?
-Ser como uno es. Porque dirija a Racing no voy a dejar de ir a la panadería a la que voy siempre. Sigo siendo el mismo tipo.
-¿Cómo es Claudio Vivas?
-Un tipo normal que, sin trabajo, se la pasa haciendo mandados, colaborando en la casa (se ríe) Las mujeres te exprimen cuando no tenés trabajo –cuando digo las mujeres me refiero a mi hija y a mi señora-. Y entonces llega un momento en el que no está nada bueno estar desocupado. Uno necesita trabajar no sólo por lo económico sino por la mente. Yo tengo que trabajar, esa es mi forma de ser, así me han educado. Cuando tengo trabajo, laburo durante todo el día. Mis viejos y luego Bielsa me educaron así.
-¿En qué sentido insoportable?
-Insoportable, insoportable. Me levanto a las seis de la mañana, leo los diarios, voy a correr, hago las cosas que tengo que hacer de la casa, miro fútbol todo el día, pero siempre malhumorado, insoportable.
-¿Cómo manejás el hecho de que sea tan difícil conseguir trabajo y priorizar, como vos lo hacés, el plantear un equipo ofensivo siendo consciente de que por arriesgar perdés dos partidos y te echan?
-Si hay algo de lo que estoy seguro es que en Racing esa convicción no me la va a quitar nadie de la cabeza. Si a mí me va mal, va a ser pensando como yo quiero. Hay partidos en los que nos vamos a colgar del travesaño, tampoco mastico vidrios ni me voy a andar haciendo el héroe, pero siempre manteniendo la estructura y tratando, a la hora de pensar los cambios, en el arco rival. Aunque si tengo que poner un defensor porque me van a tirar cinco centros en los últimos tres minutos, lo voy a hacer.
-Siempre decís que ojalá hubiera muchos Bielsa en la sociedad
-Sí, intelectualmente es muy capaz y, sobre todo, es un manantial como persona, no tiene manchas.
-¿Cuántos Bielsa conocés?
-Tres: Bielsa, mi viejo que está muerto y mi suegro. Conozco gente honesta y capaz. Famosa, sólo Marcelo.
-¿Por qué vale la pena atacar y pensar en el arco rival?, ¿qué sentido tiene ser protagonista?
-Va en la ideología de cada entrenador, pero a veces tenés que adaptarte al equipo. Mi ideología es ser sincero, honesto y no vendo humo por serlo. Soy honesto porque soy honesto y no le debo nada a nadie. Voy caminando con la cabeza alta y tengo mi familia, mis hijos, un hijo muerto y lo extraño y lo quiero, y quisiera tenerlo conmigo, pero bueno, lo tengo acá en mi corazón.
Ignacio Joaquín, su hijo menor, falleció el 12 de julio de 2008 a los seis meses de vida.
-¿Qué cambió en vos a partir de ahí?
-Tengo una familia que necesita que esté bien, todos necesitamos estar bien [Jorgelina, su esposa; Franco y Micaela, sus otros hijos]. Lo que cambió es que antes el duelo de perder un partido me duraba una semana y ahora me dura 24 o 48 horas. Todavía me duele muchísimo perder un partido, aunque antes era una semana de velorio y ahora dura menos. Cuando te toca de cerca sufrir mucho, empezás a recapacitar y valorás las cosas más importantes de la vida.
-¿Por qué duele tanto perder un partido?
-Porque es mi forma de pensar, es como lo siento. Hay gente que no lo siente así. Es la etapa previa al fracaso, pero fracaso es otra cosa: no es perder un partido, o que te vaya mal en la vida o en tu trabajo, sino que pasa por otro lado. El fracaso es la infelicidad de las personas y yo soy feliz. Que a uno lo hayan golpeado en la vida no significa que es un fracasado. A mi más me pegan, más me fortalezco y hoy estoy más firme que nunca.
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