Fotos del viaje de la Filial Rosario al clásico de Avellaneda.
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Estadio Libertadores de América
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Estadio Libertadores de América
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AVELLANEDA OTRA VEZ ES TIERRA DEL DIABLO
Independiente volvió a dejar a la ciudad pintada de rojo clásico
Con el Libertadores de América convertido en un infierno encantador
Era el primer clásico en el Libertadores de América, detalle que decoró el escenario con un entusiasmo especial, diferente, cargado de alta tensión. Y había más leña para alimentar la llama de la hoguera folclórica del duelo barrial: Independiente pisaba el terreno mirando para arriba, buscando darle forma a la idea de equipo que pretende Gallego para luchar por el protagonismo en lo más trascendental del paisaje deportivo, mientras que Racing lo hacía con su equipaje cargado de urgencias, sin margen para el error y angustiado por una realidad que no da respiro.
Y la historia volvió a repetirse, con un triunfo de Independiente que generó una ola expansiva de algarabía que recorrerá la ciudad y buena parte de sus adyacencias durante mucho tiempo. Esta vez sin goleada y, si se quiere, con sufrimiento; pero el modo, lejos de menguar la euforia de los hinchas rojos, generó la variante que permite hacer gala de la paternidad bajo todo tipo de condiciones.
En Racing, indudablemente, ya hay que empezar a hablar de un karma. Porque la dirigencia se encargó de hacer un repaso mediático sobre los muchos penales que había recibido Independiente en los últimos años y, el partido, se terminó definiendo con un remate desde los doce pasos. Pero aún con un expulsado y falencias groseras de funcionamiento, tuvo pasajes favorables como para no quedarse con las manos vacías y, sin embargo, la pelota eligió dos veces pegar en el travesaño.
Puertas para adentro, los hinchas de Independiente harán -y hacen- una profunda autocrítica quejándose por lo mal que leyeron los jugadores el partido, por cómo manejó los cambios el entrenador y por “el innecesario sufrimiento de los últimos minutos” cuando todo se podía haber resuelto sin tanta angustia desde la simpleza que ofrece el fútbol. De puertas para afuera, en cambio, todo será sonrisas, fiesta y hasta cargadas que apuntarán directamente a donde más duele. Y estarán en su derecho porque, dentro de ese juego colorido que propone el abanico de sensaciones que representa el fútbol, todo lo inofensivo está permitido.
Que Independiente celebre. Ya tendrá tiempo de corregir errores y detalles que podrían haberle costado el trueque instantáneo de fiesta por velorio, porque el empate de Racing hubiera mudado las sonrisas de vereda. Pero el barrio no rige su estado de ánimo ni su tonalidad por supuestos; los rige por una realidad que es propiedad del destino. Y ese destino, de hace un tiempo para acá, le permite al Diablo disfrutar de un infierno encantador y seguir tiñendo las calles de la ciudad con el rojo intenso de una costumbre que ya se hizo clásica.
En el final, una de Titanes en el Ring
Varios jugadores del Rojo y la Academia se dieron en la manga
Dentro de la cancha el clásico fue para Independiente pero una vez que terminó ambos planteles sostuvieron una de Titanes en el Ring dentro de la manga donde no quedó claro quién terminó ganando. El que más se animó a contar fue Walter Acevedo quien deslindó el veredicto “que lo decida William Boo”.
La génesis hay que encontrarla dentro del campo de juego, y como lo presentaría Rodolfo Di Sarli, el habilidoso, movedizo Leandro Gracián se cruzó con el Pelado, hombre rústico y de pocas palabras Lucas Aveldaño. De ahí la chispa, pero parecía que no iba a haber reguero de pólvora. Error. Porque según cuentan algunos jugadores de Racing se quedaron en la manga a la espera de ajustar cuentas pendientes. Allí, en la manga, desembocó el festejo de los jugadores del Rojo por lo que el embudo terminó por enfrentar a jugadores de ambos equipos en una verdadera “Ultima lucha” de todos contra todos, como en aquellos viejos tiempos de Karadagián.
Por un lado se podría imaginar al Diábolo, al Caballero Rojo, por el otro al Mercenario Joe o el Pibe 10. La cuestión es que la manga se movió durante varios segundos y allí pasó de todo. Manos por un lado, empujones por el otro, gente que intentaba separar como Máximo Ippe, Seguridad del Rojo que perdió la corbata en el intento, dirigentes que querían llevar calma sobre otros directivos rivales y en un momento testigos aseguran que Aveldaño llevó la peor parte. Y no precisamente fue un jugador el autor material del golpe.
Super Acevedo
Walter Acevedo había sido signado en esto de reconstruir la historia como el responsable del cortito a Aveldaño, pero el propio jugador se encargó de descartarlo “son cosas que por ahí pasan cuando el partido termina caliente pero nada, son peleas que nunca llegan a ser peleas. Ellos nos estaban esperando porque nos quedamos festejando... Yo quedé un poco en el medio pero nada, el que me vio de afuera debe pensar que me la re bancaba pero en ningún momento quería pelear sino que lo único que quería hacer es separar”.
Asimismo el volante no quiso ofrecer más detalles ni tampoco contestar a la pregunta de quién se impuso en el combate, pero se lo tomó con soda “no sé quién ganó, eso que lo diga William Boo, nosotros ganamos en la cancha y es lo que importa”. Otro de los que estuvo muy cerca fue el capitán del equipo, Darío Gandín, quien con un sonrisa en la cara deslizó “no ganó nadie. Nosotros jugamos dentro de la cancha, a pelear al Luna Park”. ¡Segundos afuera!
http://www.popularonline.com.ar/nota.php?Nota=500386
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A Racing lo atormenta algo más que el clásico: el descenso
La caída ante los Rojos dejó a la Academia al borde de la zona más crítica; disgusto con el desempeño de Pittana
Por Diego MoriniEs una derrota que le duele como pocas a la Academia. Es el rival eterno el que le dio un golpe directo al corazón. Es Independiente el que volvió a dejarlo con la impotencia de acumular casi nueve años sin poder vencerlo en su casa. Pero fundamentalmente a Racing le duele su presente, ese que lo muestra casi al borde del abismo. Porque la caída en el Libertadores de América, más allá de significar otro traspié en el clásico de Avellaneda, también lo complica en su deseo de mantener la categoría. Si hasta tendrá hoy que estar atento a lo que suceda en La Plata, entre Gimnasia y River, porque una victoria del Lobo lo puede dejar a tan sólo un punto del descenso directo…
Quizá los últimos minutos del partido puedan mitigar el dolor de haber perdido tres puntos demasiado importantes. Y también algunas dudas acerca del desempeño del árbitro Néstor Pittana se podrá utilizar como excusa para la situación delicada en la que está inmersa la Academia. Si bien no se alzaron voces en contra del juez del encuentro, el entrenador, Miguel Angel Russo utilizó algunas palabras que marcaban un cierto descontento con el desempeño del árbitro. "La jugada del penal la cobra el línea ¿no? Yo estoy muy lejos, no sé bien qué pasó. Hasta ahí el partido era parejo y estos partidos parejos se definen por cuestiones mínimas, en las que muchas veces una decisión de un árbitro inclina la balanza".
Y continuó: "Prefiero hablar de mi equipo y no del árbitro, más allá que habría que ver cuántas expulsiones tiene Hauche y si puedo decir que a Bieler le cometieron falta, aunque no sé si dentro o fuera del área. Pero prefiero que del árbitro se encarguen ustedes [por los periodistas] de evaluar su tarea", explicó Russo.
También en los jugadores se advirtieron marcas de lo que representó esta caída en la casa de Independiente. El silencio de la mayoría de los futbolistas cuando salieron del vestuario quizá estuvo vinculada con un pedido que llegó desde el cuerpo técnico. Es posible que se haya querido evitar un exabrupto o que alguno se hiciera eco del pedido de los hinchas de Racing que se quejaban porque a los Rojos, desde 2002, ya le dieron siete penales en los clásicos.
Aunque también hay una verdad irrefutable y es que el equipo, especialmente en el primer tiempo, volvió a sufrir los problemas de siempre: la falta colectiva de ideas para generar situaciones de riesgo frente al arco rival. Incluso, el entrenador pareció haber quedado preso de las urgencias que tiene su equipo y planteó un partido en el que pensó más en cómo evitar que jugase el rival y poco en lo que podían hacer sus dirigidos.
"Perder nos duele mucho, sobre todo porque se trata de un clásico. Me deja tranquilo la reacción del final, porque con un hombre menos fuimos superiores y creamos situaciones para empatar, pero igual el dolor por perder sigue presente. Hay cosas positivas y negativas, que las vamos a ir viendo con el correr de las horas", dijo Russo.
Es que el DT sabe que no tendrá un calendario sencillo, porque pasado mañana se medirá con Huracán, en Avellaneda, y el sábado próximo tendrá que ir a la Bombonera para enfrentarse con Boca. Y todo en medio de un panorama complejo y con un equipo que luce aturdido. Es que ahora está en el último escalón de la Promoción y el descenso directo lo acecha a cada paso.
Los jugadores y los dirigentes Incidentes, pero dentro del estadio
Los nervios del clásico de Avellaneda se advirtieron dentro del estadio, pero no entre las hinchadas, sino entre los jugadores de los dos equipos y con los dirigentes de Racing, que sufrieron agresiones antes, durante y después del encuentro.
Los incidentes entre los futbolistas se produjeron al final del clásico, en el pasillo de salida del campo de juego, donde hubo un fuerte cruce verbal, con golpes de puño que no llegaron a destino. Walter Acevedo y Leandro Gracián ingresaron al acceso gritando "se van a la B", y en ese momento se encontraron con varios jugadores de Racing que se habían demorado en abandonar la cancha: uno de ellos era Lucas Aveldaño. El defensor increpó a Gracián y a Acevedo y les habría arrojado algunos golpes que no llegaron a destino. Eso produjo un gran tumulto con varios jugadores, pero todo se calmó cuando intervino la policía.
También fueron agredidos un grupo de dirigentes de Racing por algunos hinchas de Independiente que estaban en una zona no permitida. Estos simpatizantes de los Rojos golpearon la puerta del palco donde estaban los dirigentes. Eso desencadenó la reacción de los que estaban dentro del palco, que salieron, corrieron a los hinchas y se enfrentaron a los golpes. Antes del encuentro también fueron maltratados el presidente Rodolfo Molina y el vicepresidente Pablo Podestá cuando se dirigían hacia el palco en cuestión. Por esos incidentes no se registraron detenciones.
Ante estas complicaciones que sufrieron los dirigentes de Racing, el presidente de Independiente, Julio Comparada, se acercó hasta el vestuario de la Academia para pedir disculpas, pero todo terminó en una fuerte discusión, insultos y lo invitaron a retirarse de la zona.
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